La pasarela ya se ha pronunciado sobre las tendencias de moda que llegan con la primavera de 2020. Y de forma general, podemos destacar que a pesar de los adornos que algunos diseñadores pusieron aquí y allá, se vio un una clara inclinación hacia el minimalismo.
A medida que avanzaba el siglo veinte, la moda se fue liberando para acoger mayor variedad de tejidos, texturas, colores y estampados. Llegado este momento, la intención es mezclar todo ese desbarajuste en el que cualquier tendencia de cualquier tiempo (incluso del futuro) puede tener su lugar con una serie de sencillas prendas en las que solo repararían los más experimentados. Algunos lo llaman “lujo silencioso”, y otros “uniforme de colegio” o “uniforme de oficina”.
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Un desorden mágico al que se apuntan las mejores firmas de moda
Pues bien, todo ese desorden mágico de las colecciones de primavera de grandes casas como Gucci se va a cruzar por el camino con ese uniforme “pradesco” o “celiniano”. Sin duda, la prenda que sirve como mejor ejemplo de este enfrentamiento es la única pieza o el vestido con la que Prada se ha dado la oportunidad de experimentar, como han hecho otras muchas firmas, y que gracias a la llegada de tendencias tan complicadas como la victoriana, se ha convertido en lo que en principio no quería ser: una prenda que, más allá de embellecer, lo que busca es mostrar la complejidad interna de la persona que la lleva.
Por otro lado, algunas de las pequeñas grandes casas como Batsheva también han ido preparando el terreno. Para las nuevas soñadoras los vestidos son ahora su juguete preferido. Faldas, americanas, camisas y pantalones no han podido resistirse a la practicidad que supone el uniforme, si bien este entraña también un cierto misterio.
El uniforme reinventa su propio sentido en la moda
Los uniformes siempre han sido típicos de algunos ámbitos en los que la libertad no era precisamente la nota característica, pero la industria de la moda y algunos de sus creadores más emblemáticos han sabido darles otro sentido muy diferente. Y llegada la primavera de 2020 se convierte en una opción de moda con la que posiblemente se queden no precisamente quienes no tengan ideas, sino quienes las tengan muy claras.
Al margen de estas cuestiones, esta batalla que se está dando entre las tendencias de primavera puede terminar sin un ganador claro. Es posible que aún tenga que pasar algún tiempo hasta que de verdad sepamos si queremos ponernos esos complejos vestidos que antes tenían todas las puertas cerradas y ahora, lejos de eso, abren ventanas a nuevos mundos intelectuales.
Puede que este gusto por los uniformes sea una clave para las nuevas generaciones, que podrían considerar el mimetismo estético como el camino exclusivo hacia la diferenciación a nivel intelectual. Por el momento, tanto esta tendencia como la otra que hemos señalado del caos mágico son corrientes que tienen que saber cómo convivir, y que de hecho tienen que hacerlo ya obligatoriamente la primavera que viene.