El sueño constituye una fuente de salud. Dormir pone en funcionamiento los procesos de regeneración celular, activa la oxigenación en sangre, minimiza los efectos del estrés, reduce la inflamación corporal y fortalece el sistema inmune. Además sus beneficios se extienden al ámbito psicológico y emocional.
Mantener una buena higiene del sueño repercute en la salud a largo plazo, especialmente en aquellos colectivos más vulnerables como la tercera edad. A continuación compartimos contigo algunos consejos para reducir los problemas de insomnio y mejorar la calidad del sueño. ¡Presta atención!
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La importancia de la actividad física
Evitar el sedentarismo en la medida de los posible adoptando hábitos saludables puede ayudar a mejorar la higiene del sueño. El deporte y las actividades físicas moderadas pueden actuar como un factor de inducción al sueño mejorando la calidad del mismo y su efecto reparador.
Camas articuladas: Una alternativa efectiva para mejorar la calidad del sueño
Comprar productos ortopédicos para el hogar puede mejorar la calidad de vida. La calidad del colchón influye en el estado de salud y se convierte en un factor especialmente relevante a edades avanzadas, cuando los problemas de huesos y articulaciones tienden a intensificarse. Las camas articuladas ayudan a prevenir y reducir los problemas de espalda, el dolor lumbar, la tensión muscular o la inflamación de las extremidades. Además, también pueden minimizar los efectos de afecciones como la artritis, el asma o el reflujo gástrico.
En el mercado existe una gran variedad de camas articuladas. Las soluciones más avanzadas disponen de motor eléctrico y sistemas remotos que proporcionan mayor independencia y autonomía a los más mayores.
Los períodos de sueño deben estar controlados
Durante la tercera edad el sueño tiende a ser menos profundo y más susceptible de interrupciones a lo largo de la noche. Es probable que a la hora de ir a la cama algún obstáculo (estrés, por ejemplo) impida alcanzar el sueño. En estos casos, lo más recomendable es abandonar la cama hasta sentir realmente la necesidad de dormir. Reducir el período de permanencia en cama únicamente a las horas de sueño ayudará a reducir la incidencia de insomnio. Es importante tener en cuenta que para garantizar un buen estado de salud debe cumplirse un período de sueño que oscile entre 7 u 8 horas cada día. Además, llevar un control de las horas de sueño efectivas puede ayudar a corregir los hábitos de sueño y adaptar la rutina diaria hacia alternativas más saludables.
Gestionar las emociones y reducir las preocupaciones puede reducir los problemas de insomnio
Los desórdenes del sueño muchas veces enmascaran problemas psicológicos o conflictos emocionales. Es probable que una preocupación determinada se convierta en un obstáculo que impida alcanzar el sueño. Para mejorar la higiene del descanso es importante reducir las preocupaciones o, al menos, mantenerlas al margen. Apuntar un problema o tema pendiente en una libreta en un listado de “cosas por hacer” puede ayudar a postergar dicha preocupación para más adelante, lo cual puede ayudar a alcanzar un estado de calma más propicio para el descanso.
La dieta tiene mucho que decir al respecto
En muchos casos los desórdenes del sueño responden a una sobreestimulación física o mental. Cuidar la dieta y vigilar el tipo de alimentos que se consumen puede ayudar a minimizar el nerviosismo o la inquietud. El café, el té o las bebidas con gas tienden a ejercer sus efectos durante períodos de entre 3 y 5 horas, aunque algunas personas sufren sus efectos durante lapsos de hasta 12 horas.
Además, la alimentación también influye en términos cuantitativos. Comer o beber en grandes cantidades poco antes de dormir puede generar problemas de digestión e interferir en la higiene del sueño. La escasez también puede generar problemas de insomnio por lo que debe evitarse el sueño con hambre. Lo más aconsejable es optar por comidas ligeras antes de ir a la cama.
Recibir apoyo médico puede ser una buena opción
Algunos ancianos experimentan desórdenes del sueño continuados en el tiempo y episodios de insomnio especialmente intensos. En estos casos, recibir asesoramiento de un médico especializado puede ayudar a minimizar los efectos y restablecer el equilibrio.