Las supersticiones y la creencia en personas especiales que han sido bendecidas con un don no es algo nuevo. En todas las sociedades ha existido esa figura humana a la que se le relacionaba en cierto modo con los dioses o que poseía ciertas capacidades para conocer la buenaventura. En la sociedad actual, donde nos gobierna un ritmo acelerado que todo lo devora, es quizás, cuando más que nunca, nos hace falta detenernos y observar a nuestro alrededor, consultar a estas personas para que nos pongan en nuestro sitio, en disposición de aceptar lo que el futuro nos depara.
Estamos rodeados de la tecnología más avanzada y esto nos ha proporcionado una mayor calidad de vida, qué duda cabe, pero no es menos cierto que estamos asistiendo a un proceso de deshumanización cada vez más pronunciado, donde estamos más preocupados de nuestra vida social en las redes que de lo que acontece en el mundo real.
Tal vez no sea más que la forma de evadirnos de una realidad no demasiado favorable, con una alta tasa de desempleo, una inseguridad ciudadana cada vez mayor, una salud siempre en precario equilibrio debido a las enfermedades que provoca nuestro actual estilo de vida…
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El auge de la oferta de las videntes y tarotistas en España
En este panorama en el que nos desenvolvemos a diario casi sin darnos cuenta, aceptando sin más que este es el signo de los tiempos que nos ha tocado vivir, el aumento progresivo de consultas a tarotistas y videntes reales es directamente proporcional a la duración del periodo de incertidumbre económica. Aunque en primera instancia pueda parecer paradójico recurrir a la videncia cuando la economía familiar se ve debilitada por la inestabilidad laboral y social, en realidad tiene una explicación lógica si nos detenemos a analizarlo.
Es en los peores momentos cuando la población necesita más que nunca respuestas para entender lo que les depara el futuro, es cuando más deseamos que llegue un cambio al que aferrarnos, pues el presente es demasiado desfavorable y se necesita un empuje para seguir adelante, que nos aliente en la constante lucha por la promesa de una vida mejor.
También se acude para ser asesorados sobre decisiones que se han de tomar a corto o medio plazo, por si las cartas pueden ayudarles a ver con más claridad cuál es el camino correcto a seguir. El amor, cómo no, es uno de los grandes misterios que queremos resolver con la ayuda de estas personas que ven con más claridad entre las tinieblas.
Pero con el aumento de la demanda, también llega el aumento de la oferta, y es aquí donde queremos hacer hincapié en ser conscientes de que al igual que hay videntes buenas en nuestro país, con grandes referencias, otros no son más que estafadores que aprovechan la oportunidad y la buena fe de las personas. Y es que oportunistas siempre ha habido y habrá en todos los sectores.
Cómo identificar a una vidente real
Si te estás plantando hacer una consulta al tarot, lo primero que debes saber es cómo diferenciar a una vidente real de alguien que solo se aprovecha de la necesidad de las personas para enriquecerse rápidamente y a cualquier precio, mediante el engaño. Es necesario dejar claro que alguien que requiere estos servicios es un cliente que demanda un servicio profesional, como cualquier otro, y tiene que tener garantías de su validez.
Al ser una profesión que no recibe títulos formativos, es difícil identificar a priori la autenticidad de una vidente, pero teniendo en cuenta que estas personas con estos dones han existido desde que se asentaron las primeras civilizaciones en la Tierra, debe ser porque hay quien tienen este don y además hay quien necesita de sus servicios.
Ante la gran vulnerabilidad que hay hoy día a ser estafados, debemos tener en cuenta una serie de factores para saber que estamos ante profesionales serios. Lo primero a tener en cuenta es el cobro por el servicio, ya que no debemos olvidar que es una profesión con la que ganarse la vida. Si intentan convencernos de que es gratis, seguro que hay trampa para sacarnos el dinero de alguna otra forma. Y si se trata de un trabajo legal, entonces como cualquier otro debe pagar la seguridad social y por tanto cobrar por cada trabajo realizado.
Otro signo claro que nos debe hacer desconfiar son los carteles pegados en las paredes y farolas, con un número de teléfono y un nombre, sin web ni ningún tipo de datos que los identifique. Cuando el usuario les llama, suelen proponerle ir hasta su casa, pero lo más sensato es declinar esa oferta, pues no son fiables y no sabemos sus intenciones reales.
Y es que la realidad es que para poder dedicarse a la clarividencia, el vidente debe disponer de un espacio privado propio donde atender a los clientes, ya sea su propia vivienda o un local acondicionado para estas sesiones.
La fama de las tarotistas españolas traspasa nuestras fronteras, solo debemos actuar ante este servicio con sentido común, tal y como lo haríamos al acudir a cualquier otro experto, sin fiarnos del primero que se ofrezca como experto sin tener garantías de que lo sea.