Hace apenas un año se celebraba en Glasgow la COP26 -Conferencia de Cambio Climático de la ONU- donde se realizaba el primer llamamiento mundial para abandonar el carbón y limitar el calentamiento global a 1.5 grados centígrados. Sin embargo, las conclusiones del texto final contaban con importantes lagunas y según manifestaban los ecologistas, ni siquiera se trataba de acuerdos vinculantes además de retrasar la toma de decisiones para el año siguiente.
Resultaba en fin un acuerdo descafeinado y decepcionante para quienes deseaban fervientemente tomar decisiones para la mitigación del daño climático.
A día de hoy, la guerra en Ucrania pone en riesgo la toma de cualquier medida de descarbonización dada la terrible crisis energética y las turbulencias geopolíticas que frenan cualquier avance que pudiera producirse para acelerar el proceso.
¿Es posible la neutralidad en carbono?
El hecho es que Europa vuelve a quemar carbón.
En Alemania, el gobierno de Olaf Scholz aprobó este año la posibilidad de abastecerse de energía fósil para lograr disminuir la excesiva dependencia del país del suministro ruso.
Este paso atrás pone en duda la capacidad de realizar una transición efectiva y real hacia las energías renovables. No obstante, en opinión de los expertos la transición aún es posible, aunque en el corto plazo no se podrá evitar un aumento en las emisiones de CO2.
Habida cuenta de que la insuficiencia en el suministro de materias primas pone en peligro su capacidad para alcanzar los objetivos ecológicos, lo cierto es que una vez completada la infraestructura necesaria para obtener energía solar y eólica, la independencia energética y el uso de fuentes limpias estará garantizada, por lo que el escenario de actual vuelta al carbón pretendería salvar la escasez en el suministro en el corto plazo mientras se acelera una transición energética que permita liberarse de la necesidad de continuar utilizando los combustibles fósiles.
Golpe a la financiación rusa
En el mercado del crudo, continuamos asistiendo al ascenso de los precios, como observamos en la cotización del barril de petróleo Brent, observando el ascenso de su precio como consecuencia de la restricción en la producción de crudo acordada por los países miembros de la OPEP. Durante la mayor parte del año, la organización había estado incrementando la producción para compensar los recortes realizados durante el pasado 2020, pero el actual contexto, en el que se teme una próxima recesión, ha dado la vuelta a la situación.
En su última reunión, la organización acordó recortar la producción para mantener elevado el precio del barril, acuerdo del que reniega el G7 que pide un aumento en la producción del petróleo para relajar el mercado, petición a la que la organización de países exportadores ha hecho caso omiso.
El G7 ha acordado imponer un tope al precio del petróleo ruso para limitar las ganancias que el Kremlin está obteniendo por medio de esta vía para financiar su guerra en Ucrania.
El objetivo de esta medida es incentivar la compra de crudo procedente de otros países aunque, paradójicamente, el tope se situará muy por encima del coste de producción ruso para evitar que decida no producir más, pero muy por debajo del precio de mercado. No obstante, Vladimir Putin ha respondido asegurando que no venderá petróleo a los países que implementen el mencionado tope.
COP 27
En un escenario que se presenta complicado para cumplir el objetivo de descarbonización a medio plazo, en la cumbre climática celebrada recientemente, han expuesto los argumentos a favor del uso de la energía nuclear.
Esta industria se ha visto muy perjudicada a lo largo de los años y se encuentra con grandes dificultades para obtener inversión a causa de la preocupación que despiertan aspectos como la seguridad, costes de producción o el tratamiento de los desechos radiactivos. Y es que el accidente de Fukushima o la preocupación por la seguridad en la planta de Zaporiyia pesan a la hora de posicionarse a favor.
Sin embargo, esta industria se defiende y se presenta como una alternativa segura y eficaz en el camino para descarbonizar el medio ambiente.
Además, el rápido avance del cambio climático y la escasez en el suministro de energía han moderado las opiniones en contra que algunos de los legisladores vertían sobre la energía nuclear.
De hecho, EEUU está invirtiendo millones de dólares como parte de una estrategia de descarbonización que mantendrá las centrales nucleares existentes en funcionamiento. Y es que, tras muchos años defendiendo la energía nuclear frente al miedo que los accidentes en las plantas han generado, tanto el clima geopolítico como el cambio climático están transformando la opinión y la apertura de miras en la búsqueda de soluciones capaces de enderezar la situación.