La columna vertebral es, sin lugar a dudas, la parte más importante de nuestro cuerpo y como tal es imprescindible prestarle un especial cuidado. Y es que las vértebras permiten la movilidad y flexibilidad del torso y soportan todo el peso de este, además de proteger la médula espinal de posibles fracturas. Sin embargo, en ocasiones es frecuente sufrir traumas en la columna vertebral que pueden derivar en una lesión cervical y en un constante dolor en la zona en cuestión, limitando así la capacidad de movimiento. Además, estas lesiones abarcan distintos niveles de gravedad, pudiendo llegar en algunos casos más extremos a una parálisis total.
Normalmente, la aparición de las lesiones cervicales viene determinada por algún tipo de accidente de tráfico o deportivo, golpe tras una mala caída o adopción de una mala postura durante un largo periodo de tiempo. No obstante, las causas pueden variar. Una constante tensión muscular, problemas de salud como ansiedad, depresión, estrés o enfermedades más graves como fibromialgia, la osteoporosis y la artritis también pueden ser los autores de alguna lesión cervical en la columna vertebral. El dolor derivado de la lesión tiende a concentrarse en la nuca y puede llegar a provocar en algunos casos sensación de hormigueo en brazos y manos y hasta mareos y náuseas.
A pesar de que las distintas lesiones tienden a presentarse por las causas antes mencionadas, si se lleva a cabo una serie de medidas de forma rutinaria es posible prevenir su aparición o, por ende, que las molestias se manifiesten de forma cada vez menos frecuente. Por ejemplo, a la hora de realizar deporte es de vital importancia calentar y estirar los músculos previamente con el fin de que estos no sufran roturas durante la práctica deportiva. Por otro lado, cuando se requiera coger peso los expertos recomiendan hacer fuerza flexionando las rodillas y distribuyendo el peso en ambos brazos. Por supuesto, la postura que mantengamos a diario será de gran relevancia. Lo ideal es mantener la espalda recta, erguida y apoyada en el respaldo del asiento.
Tratamientos para las lesiones cervicales
Las lesiones cervicales son variadas, pudiendo tratarse de un esguince (latigazo cervical), hernia discal, luxación vertebral, hipolordosis y hasta tortícolis y contracturas musculares. Estos últimos son, probablemente, los síntomas más frecuentes que sufren los ciudadanos. Vivir con alguna lesión cervical de este tipo puede afectar notablemente al día a día de las personas que la sufren, especialmente dado que la mayoría de estos problemas cervicales tienen su origen en una mala postura o movimientos bruscos, los cuales son fácilmente tratables mediante analgésicos. Sin embargo, no todos desaparecen con estos métodos y es necesario probar otros tratamientos.
Lo primero que debe hacerse es realizar una exploración clínica mediante un TAC o Resonancia Magnética con el fin de diagnosticar el problema en cuestión. Algunas de las lesiones cervicales requieren, para su mejora, una operación quirúrgica, tal y como ocurre con la hernia discal y la luxación. En el caso de la hernia discal, esta puede tratarse con una técnica no invasiva que consiste en realizar una pequeña incisión y dilatando progresivamente la musculatura. Sin embargo, en casos no tan extremos como los dos anteriores, los pacientes apuestan por la fisioterapia para hacer desaparecer el dolor y recobrar el movimiento natural, mejorando y fortaleciendo al mismo tiempo la postura corporal.