Marruecos es uno de los países africanos que más turistas recibe. En el año 2017, según los datos difundidos por el Observatorio del Turismo, organización que agrupa a profesionales y responsables ministeriales de este sector, fueron más de 11 millones de personas las que visitaron el país en ese año. En los últimos años, este país ha sido el que ha registrado mejores cifras turísticas en todo el continente, superando a los dos grandes gigantes, Sudáfrica y Egipto.
El turismo marroquí creció tanto en ese año como en los seis anteriores juntos. Los principales destinos desde donde llegan los turistas son Francia y España. En el caso de España, el porcentaje de crecimiento se sitúa en un 15% con respecto a 2016. Estos datos se explican en parte por la baja incidencia que ha tenido en el reino de Mohamed VI la llamada “primavera árabe”, que afectó a varios países entre 2013 y 2016.
Otros países que se ven atraídos por Marruecos son Reino Unido y Alemania, que son países con un poder adquisitivo medianamente alto y se pueden permitir el lujo de viajar a un país cercano y que además es muy económico.
De esos más de 11 millones de turistas, la mayoría de ellos llegaron al país musulmán a través de avión, en concreto el 84%, hasta los destinos de Casablanca, Marrakech y Agadir. El resto, llegó a Marruecos en carretera o en ferry, especialmente desde España, partiendo desde Algeciras y Tarifa.
El hecho de que este país sea un destino barato es la razón por la que muchos lo encuentran como una posibilidad interesante para plantearse esta posibilidad como una escapada perfecta para un fin de semana. Para que te hagas una pequeña idea sobre este destino, encuentra escapadas a marruecos en descapada, una web que ofrece viajes desde Andalucía y con los que conocer de primera mano el exotismo de este país del norte de África.
¿Qué ver en Marruecos?
Los motivos para visitar Marruecos son innumerables. En primer lugar, el clima. Aunque el verano puede ser muy caluroso, siempre existe resguardo a la sombra de algún árbol en flor. Durante el resto del año, las temperaturas son suaves en la mayoría del país, salvo en su impresionante cordillera montañosa, el Atlas, que atraviesa otros países vecinos, y muy en el sur, adentrándonos en el exótico e impresionante desierto del Sáhara.
Pasear por las calles y la medina de las principales ciudades de Marruecos es adentrarse en un paisaje típico de los cuentos de Las Mil y Una Noches. Los marroquíes hacen mucha vida en la calle y los zocos, las plazas y los mercadillos son un auténtico hervidero de gente.
Ciudades como Tánger y Tetuán, por su cercanía a España y por la influencia hispana debido al protectorado presente hasta bien entrado el siglo XX, son dos de las razones por las que muchos españoles deciden viajar hasta estos lugares.
Marrakech es, sin duda, la ciudad más visitada. Conocida como la Ciudad Roja debido al color de muchos de sus monumentos, esta ciudad es Patrimonio de la Humanidad desde 1985, en concreto su Medina.
A la ciudad histórica le contrarresta la ciudad moderna, con avenidas y paseos inundados de establecimientos de las principales marcas de moda internacional, cadenas de hoteles y restaurantes de reconocido prestigio.
Viajar hasta Marrakech es una experiencia turística única, por sumergirse en la verdadera cultura árabe, pero también por la posibilidad de viajar al desierto, pues cada día parten desde esta ciudad excursiones hasta el Sáhara, el desierto más grande del mundo.
Y si hablamos de medinas, una imprescindible de visitar es la de Fez. La tercera ciudad del país, tras Rabat y Marrakech, se sitúa en la zona norte del país, a poca distancia de otras ciudades como Tanger y Tetuán. Esta medina incluye la zona peatonal más grande del mundo y para conocerla a fondo es muy aconsejable hacerlo de la mano de un guía.
En la medina de Fez podemos contemplar un espectáculo único, los curtidores, la elaboración del cuero introduciendo pieles en cubas enormes repletas de sal y excrementos de paloma, lugar donde se quedan las pieles varios días y posteriormente se someten a coloraciones con tintes naturales de diferentes colores.