Se trata de una de las molestias más comunes que sufren los runners -ya sean o no profesionales- que hay que saber detectar y no dejar de lado. La periostitis tibial puede prevenirse usando un buen calzado pero ante sus primeros síntomas hay que acudir al médico.
Los que disfrutan saliendo a correr para mantenerse en forma deben de conocer el mal que más les acecha, la periostitis tibial, la lesión ósea que suele atacar a los runners -pero del mismo modo que es común es de fácil atención-.
Al correr se producen roces, vibraciones y fricciones en la tibia, pero más en concreto en el periostio, la membrana que recubre todos los huesos, -aunque en este caso hablamos de la que recubre la tibia-. La membrana es la encargada de irrigar, nutrir y dar sensibilidad al hueso, de modo que está muy unida a este.
Todos los corredores son susceptibles de sufrir calambres, ardor o demás incomodidades en las piernas y estos pueden ser consecuencia de la periostitis tibial. Las incomodidades son más frecuentes en aquellos corredores que hace poco que se han iniciado a hacer este tipo de ejercicio, en los que presentan decaídas por el motivo que sea en la frecuencia e intensidad de sus tratamientos, al descender el ritmo de una carrera o tras una calistenia inadecuada. Hay que decir que la calistenia es un tipo de entrenamiento, toda una disciplina deportiva que con el movimiento natural del cuerpo se consigue masa muscular.
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La periostitis tibial se puede prevenir utilizando un calzado adecuado
Al no tratarse de un dolor agudo, la periostitis tibial puede dejarse de lado, sin embargo estamos hablando de una afección que requiere de soporte médico. Uno de los aspectos fundamentales para prevenir la periostitis tibial es el calzado que se usa para correr.
Se debe usar solo aquel calzado adaptado para las carreras que cuente con un sistema de amortiguación o acolchado capaz de distribuir del modo más uniforme posible el peso del cuerpo sobre la superficie del pie.
Existen superficies más duras que otras, siendo el asfalto la más nociva para los que sufren Periostitis tibial. El cemento es igualmente duro pero mucho más maleable y lo más adecuado para los que la sufren es la tierra. Hay que tener en cuenta que el impacto de una zancada sobre el suelo puede hacerse con una velocidad de 30 kilómetros por hora o más.
Cuando el movimiento normal del pie se hace de manera excesiva se puede hablar de hiperpronación, teniendo en cuenta que se llama pronación al movimiento normal del pie y esto es una de las causas de la Periostitis tibial.
Cómo identificar los diferentes tipos de periostitis tibial
Entre los tipos de periostitis tibiales hay que diferenciar las que se producen en la zona interior y en la zona exterior de la tibia, que muchas veces se manifiesta como una hinchazón sobre la zona afectada, aunque en algunas ocasiones no es así.
En otras ocasiones se presenta como una quemazón o pinchazos. Si se presenta en ambas piernas a la vez el efecto puede ser fatal, ya que entonces apenas se podrán realizar las tareas diarias con normalidad.
No hay que confundir nunca la periostitis tibial con la osteopenia qué es cómo se denomina al estrés que sufre el hueso, ya que la última puede desencadenar en fractura y la primera no, de ahí la importancia de acudir al médico al sentir los primeros síntomas.
El síntoma más habitual es sentir un pinchazo al empezar el entrenamiento que se irá haciendo cada vez más agudo. Apretando sin exceso de fuerza la zona de la espinilla hasta la mitad de la tibia así como la musculatura de la zona podemos comprobar si hay una periostitis tibial si tras el tacto hay dolor en la zona.
En este caso es indispensable hablar con el médico o el entrenador, que puede dar ejercicios para mantener a raya esta molestia, el problema más común entre los corredores aficionados y profesionales.