La cocaína es un potente estimulante del sistema nervioso central, cuyo consumo habitual afecta negativamente el funcionamiento del cerebro y puede provocar trastornos psiquiátricos como depresión, psicosis y esquizofrenia. De igual forma, ocasiona daños en el sistema circulatorio, complicaciones gastrointestinales y neurológicas.
Por su efecto rápido de euforia y éxtasis, es una de las drogas más populares del mundo. Siendo una sustancia tan adictiva como peligrosa, quienes consumen cocaína deben buscar ayuda profesional y asistir a un centro de desintoxicación donde reciba el tratamiento integral necesario para frenar la dependencia.
Existen programas residenciales donde se ofrece un servicio integral de apoyo, tratamiento para superar la abstinencia, terapia cognitivo-conductual y diversos programas enfocados en ayudar al adicto a mantenerse sobrio.
De este modo se pueden mejorar los hábitos del paciente y ayudarle a adoptar un estilo de vida más saludable que le permita sobreponerse a las secuelas de la cocaína. Es posible encontrar mayor información sobre el tema en este enlace.
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5 señales para detectar si una persona es adicta a la cocaína
Para identificar correctamente una adicción es necesaria la intervención de un profesional. El consumo de cocaína puede afectar de forma diferente a cada persona, siendo difícil determinar a simple vista si existe una dependencia al alcaloide, sin embargo, existen algunas señales que pueden dejar en evidencia la existencia de un problema.
- Cambios en la mirada. Además de las pupilas dilatadas o midriasis, los ojos suelen tornarse brillantes.
- Hiperactividad, movimientos confusos y cuerpo en tensión, características de un episodio de abstinencia.
- Notable inclinación hacia la violencia y la arrogancia al afrontar situaciones de estrés.
- Somnolencia, razonamiento lento y sensibilidad extrema a su entorno.
- Notable afectación de las relaciones personales, incluyendo el trato con amigos, pareja y compañeros de trabajo.
Problemas de salud asociados al consumo de cocaína
A medio y largo plazo, la adicción a la cocaína conduce a una serie de alteraciones físicas y psicológicas, lo cual se añade a los problemas propios de la vía de administración.
- Alteraciones cardiovasculares y neurológicas. Puede dañar las células nerviosas en el cerebro, resultando en problemas de memoria, concentración y funciones cognitivas deterioradas. Adicionalmente, lleva a un aumento significativo de la frecuencia cardíaca y la presión arterial, incrementando el riesgo de arritmias, infartos y accidentes cerebrovasculares.
- Impotencia e infertilidad. En los hombres puede afectar a la función sexual, causando impotencia y reducción de la calidad del esperma.
- Alteraciones del estado de ánimo. La euforia temporal conlleva una posterior disminución de la dopamina, resultando en episodios de ansiedad y depresión.
- Alucinaciones y psicosis. Puede llevar a la persona a un estado de psicosis donde pierde el contacto con la realidad. A las alucinaciones se agregan pensamientos y comportamientos desorganizados.
- Complicaciones respiratorias. Al inhalar polvo de cocaína con frecuencia, suele darse una pérdida del olfato, además de hemorragias nasales, ronquera, perforación del tabique nasal e incluso daño pulmonar tras años de consumo.
- Riesgos adicionales. Al compartir jeringas se incrementa la probabilidad de transmisión de VIH, hepatitis, etc. Del mismo modo, la consciencia alterada favorece las prácticas sexuales de riesgo.